Los turbios negocios y la impunidad
No queda otro remedio que seguir insistiendo en los irregulares y sucios manejos financieros de quién hasta dentro de muy pocos días seguirá siendo rey de España y, por extensión, poner en duda la honestidad del vástago que, por derechos dinásticos y constitucionales, viene a sustituirle si un nuevo proceso constituyente, más acorde a los tiempos actuales, impide la continuidad de una Corona que históricamente ha sido, es y será la ruina de nuestra nación. Y es que de tal palo tal astilla, según la sabiduría popular.
A pesar del complicidad cortesana y silenciosa que rodea cualquier acción realizada por el rey, ya sea esta delictiva o no si fuese cometida por el resto de los mortales, su inmunidad constitucional le permite hacer lo que le venga en gana sin temor a ser reprendido –mucho menos condenado- por la Justicia pues, según la Constitución del 78 Art 56.3, “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, lo cual contradice claramente el Art. 14 de la misma Constitución que dice: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Pura retórica y nada más. Esto sería entendible si su impunidad, y no siempre, estuviera referida a sus responsabilidades como Jefe del Estado pero nunca en el ámbito de lo privado y personal en el que debería ser tratado con el mismo rigor que el resto de los españoles.
Muy pocas han sido las personas que se han atrevido a hacer públicos los turbios manejos del monarca, quizás, por temor a que se les pudiera aplicar con todo el rigor de la Ley, los art 490.3 y 491 del Código Penal y sus consecuencias algo que, a él, jamás le podría llegar a ocurrir aunque cometiese los delitos más graves y abyectos.
Pero la prensa extranjera no está sometida a tales servidumbres cortesanas y sí pueden informar sin temor a ser acusados de “injurias al rey”, de las múltiples irregularidades –por no decir violaciones de la Ley- cometidas por este individuo Así, gracias a esas publicaciones, podemos enterarnos de las anómalas actuaciones de un monarca que jamás ha sentido rubor alguno por pedir comisiones millonarias que, de tratarse de un funcionario público, están contempladas como un delito muy grave. O de usar información privilegiada para que sus testaferros pudieran hacer negocios, en su nombre como se ha visto en varias ocasiones sin que el escándalo haya pasado a mayores al ser tapado por el Gobierno, e incluso por las Cortes.
Uno, no el único, punto más oscuro de su reinado han sido sus tramas financieras
Su inmensa fortuna, de la que se han hecho eco, entre otras, la revista financiera Eurobussiness –a pesar de que la Casa Real trató de impedirlo- o el prestigioso The New York Times, ascendía en 2002, según Eurobussiness, a un monto aproximado de cerca de 1.800 millones de euros (2.300 millones de dólares).
Otras revistas internacionales y también de gran prestigio han sucumbido a las presiones de la Casa Real y no han publicado la información que disponían y en las que situaban la fortuna del rey como 6ª de Europa y 134ª del mundo. Tal es el caso de la revista Forbes que, después de anunciarlo, no lo publicó. Tampoco lo hizo respecto al ranking que ocupa la monarquía española con respecto a las del resto del planeta. Y es que la fortuna del rey, que se supone inmensa, es una incógnita difícil de despejar según un informe de la propia revista y muy lejos de cumplir con la Ley de Transparencia vigente en España, sancionada por él mismo pero que nada le afecta según la inviolabilidad de su persona y su falta de responsabilidad que le otorga la Constitución Española de 1978.
Tengamos en cuenta que cuando en 1962, Juan Carlos, contrajo matrimonio con la reina Sofía de Grecia fueron considerados los príncipes más pobres de Europa, motivo por el cual, al banquero Luis Valls Taberner, entonces vice-presidente del Banco Popular Español, se le ocurrió la brillante idea de sugerir una “suscripción popular” que permitiera aportar liquidez a tan “humilde” pareja. Ni que decir tiene que a los gerifaltes del Régimen franquista les pareció excelente la iniciativa del banquero siempre y cuando, eso sí, fuese financiada con el bolsillo de los españoles para así poder demostrar el profundo amor y respeto que por la joven pareja sentían sus futuros súbditos.
Otros empresarios como Javier de la Rosa, Mario Conde y otros que se irán citando, ayudaron económicamente o con regalías al rey Juan Carlos I. Uno de ellos, José María Ruíz-Mateos, denunció –al verse expropiado de Rumasa- haber entregado personalmente al rey una maleta con mil millones de las antiguas pesetas. Este hecho, que en términos legales se llama cohecho, nunca fue investigado ni Ruíz-Mateos imputado por “injurias al rey” según contempla en art 490.3 del Código Penal. Sin embargo, todos ellos si cometieron el delito de “complicidad para la comisión de un delito como cooperadores necesarios en la comisión del mismo”, claro está que al ser inimputable el actor principal del mismo, ellos tampoco podían ser cómplices de un delito que nunca existió.
En su libro “El negocio de la libertad”, su autor Jesús Cacho –uno de los pocos que se ha atrevido con el tema-, hace referencia a una de las vías de financiación utilizada por rel monarca. En él nos dice: “una de las primeras formas conocidas fue el petróleo, las comisiones del crudo que importaba España para cubrir sus necesidades de energía. Nada más ocupar Juan Carlos I el trono a la muerte del dictador, Manuel Prado y Colón de Carvajal, el hombre de confianza del rey, se dedicó a remitir varias misivas reales a otros tantos monarcas reinantes, especialmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del rey de España". También nos dice en el mismo libro como en una carta firmada por el rey con fecha 4 de julio de 1977 y dirigida al entonces Sha de Persia, Mohamed Reza Palevi, le espeta: "Me tomo la libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución personal para el fortalecimiento de la monarquía española".
Como podéis observar, éste es un asunto muy espinoso del que nadie quiere comentar nada y menos aún hacerse la pregunta de ¿a cuánto asciende la fortuna personal del rey de España Juan Carlos I? Rey que llegó al trono más miserable que una rata y que hoy se cuenta, según dicen, entre las fortunas más importantes de las monarquías del planeta. Algunos hasta llegan a asegurar que asciende a más de 300.000 millones de las antiguas pesetas que es la moneda con la que comenzó a ¿reinar? o otra cosa que no se puede escribir pero que todos piensan. Total ni la Casa Real está sometida al Tribunal de Cuentas ni el rey, dada su inviolabilidad constitucional, está a la Ley de Transparencia que él mismo sancionó para escarnio y castigo de los corruptos, malversadores de fondos públicos, comisionistas o traficantes de influencias e información privilegiada.
Otra autora –aunque no la única- valiente, y arriesgada por qué no decirlo, es Pilar Urbano con varios libros sobre el rey, la reina y el 23-F en el que llega a decir, según declaraciones atribuidas a la propia reina Sofía que: “el Rey había jugado a dos bandos en las fechas previas al 23-F”. Y es que el miedo al derecho de informar está injustificado en este como en otros casos pues según el art 19 de los Derechos del Hombre “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión”.
Así la imagen que Jesús Cacho, en su libro, da de Juan Carlos no tiene desperdicio. En él nos cuenta que; “El Rey no lee libros ni periódicos: se limita a hablar por teléfono las veinticuatro horas del día, lo cual conforma en ocasiones en su coronada testa un galimatías morrocotudo. Cuantas veces y voces han pretendido dotarle de algún tipo de asesoría o consejo de notables, una simple tertulia con la que reunirse de forma periódica para hablar con cierta profundidad de algunos temas, han fracasado. Al Monarca le interesan más los tipos divertidos, alegres, simpáticos, ricos mejor que pobres, hábiles en el trato con las mujeres y en los negocios”.
Y así son aquellos que se creen por encima del bien y del mal. Pero a todos les llega su hora y este rey tiene, como rey, las horas contadas. Ya no habrá más inviolabilidad constitucional, con su abdicación se terminó todo ahora solo falta por ver cómo responderá su hijo que reinará, si llega a hacerlo, como Felipe VI de Borbón y Grecia, ante España y la Historia. En sus manos está.