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Ante la inminente abdicación del que hasta el día de hoy, 2 de junio de 2014, ha ejercido la jefatura del Estado español a título de rey por designación directa del anterior Jefe del Estado Don Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España durante 39 años transcurridos desde 1936 hasta 1975, asumo el compromiso ante aquellos que siguen mis artículos sobre Historia de desvelar la verdad sobre un personaje que de ninguna forma puede pasar a la posteridad con la imagen de haber sido un buen rey y una persona leal y consecuente con sus allegados.
Curiosamente este año se cumplirán los 39 años de su reinado perjuro plagado de mentiras y traiciones, pero así son los Borbones desde el inicio de esta pérfida dinastía allá por el siglo X cuando el rey Capeto, Luis VI, el Gordo, monarca de los franceses, los tomó como vasallos. No es hasta el siglo XIV, sin embargo, que el rey Carlos IV de Francia los eleva al rango de nobleza designando a Luis de Borbón primer Duque de la saga.
Desde entonces, como iréis viendo en el transcurso de estos artículos, la dinastía ha dado primero nobles y después reyes siempre, salvo muy raras excepciones, rodeados de un halo de perfidia e ingratitud con sus más estrechos colaboradores llegando a la más alevosa de las traiciones y, en ocasiones, al asesinato.
Sobre el contenido
A día de hoy solamente existen dos modelos de Estado: las monarquías o las repúblicas. Atrás quedaron los imperios al viejo estilo que después de la II Guerra Mundial pasaron a ser llamados potencias. Las monarquías modernas acostumbran a ser parlamentarias y constitucionalistas. Sin embargo, continúan existiendo monarquías absolutistas y tiránicas sobre todo en países en vías de desarrollo o subdesarrollados y tribales. Lo mismo sucede con las repúblicas. Otra cosa es el modo de gobierno que define a esos Estados. En ambos casos, los Estados, pueden ser laicos o teocráticos. Y también, en ambos casos, pueden ser dictatoriales y tiránicos. Hoy tenemos claros ejemplos de ello.
Quiero dejar patente que no soy afecto a ninguna dinastía monárquica, mucho menos a esta. Soy republicano convencido pero tampoco de cualquier tipo de República, es por ello que en ocasiones podréis leer artículos míos contrarios a los postulados de la II República española. No se trata, pues, de ninguna incongruencia simplemente que el modelo de régimen republicano al que aspiro ha de tener un acendrado espíritu patriótico en defensa de los valores eternos que impregnan la vida de nuestra sociedad. Algo parecido a lo que sucede en este país que tan generosamente me ha acogido, la Argentina, donde sus ciudadanos, sin importar el color político de sus gobernantes, ante todo sienten un profundo amor por su Patria, sus símbolos, su historia y sus tradiciones. Muchos se extrañan al ver que admiro esos valores sin entender que vengo de un país, España, donde la defensa de esos valores ancestrales es tildada automáticamente, y sin más, de fascista. O que asimila republicano con comunista o anarquista debido a la nefasta influencia que dejó a en la conciencia colectiva de las generaciones postreras la infausta y vil II República española. Pues bien, como he dicho en infinidad de ocasiones se puede ser republicano de izquierdas o republicano de derechas lo que jamás se puede ser es monárquico de izquierdas lo que no quiere decir que se den casos decididamente excepcionales.